miércoles, 3 de junio de 2009

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso
Comentarios islámicos

Prefacio
El Islam es una religión universal, aplicable a todos los tiempos y todos los pueblos, en cualquier tipo de sociedad del planeta. No es algo restringido a meras acciones de adoración, sino que más allá, el Islam abarca cada acción y cada momento de la vida de un musulmán en cualquiera de los ámbitos en que esta se desarrolla. El Islam no es ajeno a la política, ni a la economía, ni a ningún problema social. El Islam no sólo opina en cuestiones de ética o moral “religiosa”, también tiene opinión sobre la ecología, la globalización, o cualquier otro tema de actualidad.
Por otra parte, los sabios islámicos, no son sólo gente docta y erudita en materia de leyes religiosas. El verdadero sabio islámico es una persona imbuida en el mundo que le rodea, que lo conoce, que lo tamiza a través del Islam y que vierte su opinión. Es costumbre en el mundo islámico, que los fieles consulten a sus sabios, de forma directa, sobre los temas más diversos; desde meros problemas particulares de cualquier índole que no incumben más que a los protagonistas, hasta temas de las más alta trascendencia general.
Lo que sigue a continuación no es más que un ejemplo de esto, una serie de preguntas, y sus respectivas respuestas, sobre diversos temas de interés general, realizadas a uno de nuestros mayores sabios contemporáneos, Sayyed Muhammad Husein Fadlullah, en su mezquita de Beirut.

Comentarios islámicos.
Problemática del Movimiento
Islámico contemporáneo

P- El problema actual del movimiento islámico, ¿parte del hecho de no comprender la realidad y de la ausencia de iytihad o bien es por otros motivos?.

R- Hay otras causas, evidentemente; pero yo he hablado de este aspecto del problema porque es esencial desde los puntos de vista social y político. Lo que es chocante cuando se observa lo que pasa a nuestro alrededor en el mundo árabe o musulmán es la gran ignorancia, entre las fuerzas del cambio, sobre los agentes influyentes en la estructura social, de los factores internos y externos que tienen influencia en la sociedad, de las verdaderas posibilidades del cambio y de la verdadera naturaleza de lo que hay que cambiar. Por lo que respecta al lado teórico, las teorías en vigor no van más allá de la imitación ciega de otras teorías o de la lectura no pertinente de los textos de referencia. Sin embargo, no conviene generalizar porque existen experiencias positivas en este terreno.

Asimismo, la esencia de la cuestión consiste en nuestra concepción referente a la justicia y a nuestra práctica de la justicia. El objetivo de los mensajes de Allah, desde Adán (P) hasta nuestro Profeta Muhammad (PBd) no es otro que el establecimiento de la justicia. Allah ha dicho sobre esto: «Hemos enviado a nuestros profetas con pruebas concluyentes; hemos hecho descender con ellos el Libro y la Balanza para que los hombres observen la equidad». La equidad significa la justicia que constituye el fundamento del Islam y esta justicia es una e indivisible; justicia en la ‘aqidah, en la shari’ah y en los conceptos, necesaria para evitar el kufr y las visiones desviadas y desorientadas; justicia con uno mismo, necesaria para que el hombre no sea injusto consigo mismo siguiendo las vías del kufr, del fasad y el alejamiento de Allah; justicia con los demás, necesaria para no conculcar a los demás de sus derechos; y justicia con la vida, necesaria para no actuar sobre la tierra transgrediendo la verdad y el derecho. En una palabra, la justicia tiene que ser nuestra divisa, en todos los terrenos de nuestra vida.

En realidad, nuestra práctica de la justicia es parcial. Así, este valor ha desaparecido de nuestras relaciones individuales y colectivas. El problema de la mayor parte de los movimientos islámicos, o no islámicos, que trabajan para el cambio político, es que quizá se contentan con situar la cuestión de la justicia política a nivel del gobierno, ocultando todo lo que concierne en profundidad a la construcción del contenido interior del hombre, es decir, la cuestión de la justicia individual y colectiva. Sabemos, respecto a esto, que la justicia individual es el fundamento de justicia social, y ésta es el fundamento de la justicia política, ya que el cambio está determinado por la ley coránica que dice: «Allah no cambiará nada en un pueblo hasta que no cambie lo que hay en él». Mientras no me reforme en interés de la justicia, la realidad no se va a modificar. Ciertamente estamos construyendo la realidad, porque Allah nos ha confiado la misión de construirla, y en la medida en que según la voluntad de Allah, el hombre, que es el jalifa de Allah en la tierra, debe administrar la tierra según sus capacidades, su voluntad y su conciencia, pero siempre siguiendo la vía trazada por Allah en la Revelación. Pienso que el fracaso de la mayor parte de los movimientos islámicos y no islámicos, reformistas o revolucionarios, es debido a la naturaleza de sus dirigentes, porque son injustos y egoístas, y si tienen que ir más allá de su egoísmo personal actúan en interés de sus clanes. En vez de abrirse a todo el mundo para cumplir con su función rectora, el movimiento se encierra en sí mismo y se presenta como representativo de una categoría distinguida que mira a los demás por encima del hombro. Pero la persona, el movimiento o la organización que se encierran sobre sí mismos no tardan en autodestruirse.

El hombre que construye su casa sin abrir las ventanas para airearla está introduciendo el enmohecimiento y el olor a rancio. El hombre que se priva a sí mismo del inmenso aire de la atmósfera para enclaustrarse en un rincón de sí mismo termina por pudrirse. Todos, individuos, grupos y movimientos tenemos que vivir al aire libre y no encerrarnos jamás en nuestros rincones personales, clasistas, familiares o confesionales. Tenemos que abrirnos al aire libre para ser para todo el mundo, para ser para el Islam entero y para el hombre entero.

Sayyed Muhammad Husein Fadlullah
Biblioteca Islámica Ahlul Bait (P)
Traducción: Luqman Colmenero

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