lunes, 13 de abril de 2009

Tópicos sobre las mujeres musulmanas en Occidente y en su propio mundo


Tópicos sobre las mujeres musulmanas en Occidente y en su propio mundo

Dado que ya desde las cruzadas el mundo islámico era visto como un enemigo (o el enemigo), el colonialismo disponía de un fértil filón de intolerancia y desinformación al que recurrir El uso de las mujeres como eje central de la visión occidental del Islam no apareció hasta finales del siglo XIX, cuando los europeos se instalaron como poderes coloniales en los países islámicos. Este nuevo protagonismo de las mujeres musulmanas en la versión occidental y colonial del Islam parece ser el resultado de fusionar la antigua concepción del Islam como enemigo del cristianismo y la descripción, tan extendida y útil, que la dominación colonial hacía de todas las demás culturas y sociedades, cuya inferioridad resaltaba en comparación con la europea; por último, y en cierto sentido paradójicamente, apareció el lenguaje del feminismo, que en aquel período progresaba con especial fuerza en Occidente.
3- El modelo de la mujer victoriana y las costumbres relacionadas con ésta, junto con otros aspectos de la sociedad de la metrópoli, se consideraban el ideal y un indicador de civilización. Lo irónico es que, en la época en que el poder dominante masculino elaboraba unas teorías que desafiaban las reivindicaciones del feminismo para ridiculizar y rechazar sus ideas. Adoptó este lenguaje y lo puso al servicio de un colonialismo aplicado a «otros» hombres y sus culturas. Con el fin de dar una justificación moral a su proyecto de abolir o erradicar la cultura de los pueblos colonizados, la retórica del colonialismo utilizaría la idea de que los hombres de sociedades situadas más allá de las fronteras del Occidente civilizado ofendían y maltrataban a las mujeres. Dado que ya desde las cruzadas el mundo islámico era visto como un enemigo (o el enemigo), el colonialismo disponía de un fértil filón de intolerancia y desinformación al que recurrir.
4- Llegados a este punto, debemos fijarnos en los hechos que identifican a una mujer musulmana, y los derechos y los deberes que su religión le concede. Hasta que el islam apareció en el siglo VII, el estatus de la mujer en la sociedad tribal y de pastores que poblaba la península arábiga era el de un objeto o bestia de carga (hubo algunos raros casos, durante el período de la jahiliyya [sociedad beduina o ignorante], en los que la responsabilidad de la tribu se atribuyó a la madre). La mujer era víctima de la explotación en aras del placer sexual, la maternidad y la ejecución de tareas bajas que los hombres se negaban a desempeñar. Formaba parte de las posesiones del hombre, hasta el punto de que, tras la muerte de éste, estaba incluida en la herencia y pasaba a pertenecer a los herederos junto con las otras propiedades. En tal contexto, la actitud de las mujeres frente a su servidumbre era de total sumisión. El estatus de las mujeres en Oriente Próximo no era mejor que el de las árabes. Tras el advenimiento del Islám, se concedieron a las mujeres los mismos derechos que a los hombres Tras el advenimiento del Islám, se concedieron a las mujeres los mismos derechos que a los hombres. En el ámbito familiar, la mujer no sólo obtuvo el derecho a dar su consentimiento para el matrimonio, sino que dicho consentimiento se convirtió en una condición para la validez del mismo. Se definieron sus derechos y deberes matrimoniales. Como esposa, debía ser respetada por el marido, quien tenía la obligación de satisfacer tres necesidades básicas, según el estatus social de la mujer: comida, ropa y alojamiento. Si el hombre no cumplía con alguna de esas obligaciones, la esposa tenía derecho a divorciarse de él. Como madre, los hijos estaban obligados a obedecerla y respetarla. Como hija, se salvó del infanticidio, que era una costumbre de la sociedad preislámica. Se le concedió el derecho a la herencia y a la propiedad, y era la única guardiana de dicha propiedad sin interferencia alguna de su familia, incluido su esposo. Sus derechos civiles y religiosos eran iguales a los de los hombres.
5- El Corán y las tradiciones del Profeta exhortaban a hombres y mujeres, en los mismos términos, a procurarse una educación. Las esposas e hijas del Profeta no sólo eran muy doctas en temas relacionados con su religión, sino que también se acudía a ellas para que, dada su condición de autoridades, interpretasen las tradiciones religiosas e instruyeran a los musulmanes en cuestiones relacionadas con su fe.
6- El Islám dio a las mujeres el derecho a la participación política, a ocupar cargos públicos e intervenir en debates legítimos, a confraternizar y a ejercer todas las profesiones que podían desempeñar los hombres. Desde los primeros días del Islam, las mujeres participaron en la guerra y el comercio (Jadiya, la primera esposa del Profeta, fue una comerciante para quien trabajaba Mahoma antes de tener la revelación), ejercieron la enfermería y la medicina, y enseñaron en privado en las mezquitas.
7- En el Islam hay dos temas que, al parecer, son de particular interés para Occidente. El primero es la poligamia, y el segundo, el velo. El Islam no inventó la poligamia. El judaísmo permitía a los hombres tener un número ilimitado de esposas según sus ingresos. David y Salomón tuvieron centenares de esposas y concubinas, pese a ser profetas. El Antiguo y el Nuevo Testamento no prohibían la poligamia, que subsistió hasta el siglo XVI. En 1650, el Concilio Franco de Nuremberg autorizó a los hombres a tener dos esposas. Los mormones practicaron la poligamia hasta la década de 1970, momento en el que fue prohibida por el derecho civil. Cuando el Islam hizo su aparición, reguló la poligamia al restringirla a cuatro esposas, cada una de ellas con los mismos derechos familiares y de herencia. No obstante, en el Islam la poligamia sólo se puede practicar en ciertas circunstancias, como la enfermedad o la infertilidad de la primera esposa, o el descenso de población masculina debido a la guerra. A los hombres se les impusieron algunas condiciones, como la de dispensar un trato absolutamente igual a todas sus esposas, y si alguien no podía cumplir con esa obligación, sólo se le permitía tomar una esposa.
8- Pese a las diversas interpretaciones con respecto al velo y a la reclusión de las mujeres musulmanas, en el Corán no hay ningún texto que los imponga claramente. «El Corán no exige que las mujeres se cubran totalmente o que estén separadas de los hombres, pero sí habla de su participación en la vida de la comunidad y de una responsabilidad religiosa, compartida con los hombres, de adorar a Dios, llevar una vida virtuosa y cubrirse o vestirse con modestia».

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